Glosario

Vinos tintos de un intenso color oscuro y de sabor y aroma afrutado. Posee una acidez bastante elevada, por lo mismo se utiliza en mezcla con otros vinos.

Vino tinto de color rojo intenso con ribetes morados, de aroma y sabor que denotan frutos silvestres y especias con notas herbáceas. Sus taninos son bastante atenuados, lo cual permite su consumo en forma fácil.

Vino blanco de color amarillo pálido con tonalidades doradas, de sabor y aroma cálidos que recuerdan frutas tropicales. En boca deja una sensación de agradable dulzor con una acidez media.

Variedad tinta de gran rendimiento que produce vinos con bastante color y sabor, con aroma a frutas y bajo en taninos y acidez. Generalmente se mezcla con la variedad Carignan.

Corresponde a la estructura donde van insertos los granos de uva. Durante la molienda se separa del grano y es desechado, pues su aporte al vino no es deseado.

Tiene por objetivo reducir la acidez del vino. Normalmente, esta parte del proceso de producción del vino tiene lugar después de la fermentación alcohólica y consiste en la transformación del ácido málico en ácido láctico mediante bacterias.

Consiste en un descenso rápido de la temperatura ambiente, llegando incluso a niveles bajo el punto de congelación. El daño se produce por rotura de tejidos vegetales que se debe a la cristalización del agua de las células, provocando marchitez de hojas y partidura de granos de uva.
Si el daño es provocado en primavera, cuando la vid está en crecimiento, disminuye drásticamente el rendimiento, pues destruye yemas, hojas, sarmientos jóvenes y racimos florales.

En caso de presentarse en otoño (época de cosecha), afectará directamente al grano de uva, provocando su partidura y permitiendo el ingreso de hongos, lo que reduce su calidad. Las heladas otoñales también marcan el fin del ciclo de la vid, pues detiene su crecimiento y comienza a botar las hojas.
Las heladas invernales no son peligrosas, pues se producen cuando la vid se encuentra en estado de hibernación, sin hojas ni tejidos tiernos que puedan ser afectados.

Depósito en el cual se realiza la transformación del mosto o jugo de uva en vino por medio de la fermentación de sus azúcares.

Esta cepa proviene del sudoeste de Francia y sirve para elaborar vinos tintos. En nuestro país, la variedad Malbec cuenta con un sabor y aroma caracterizados por las notas de frutas rojas, lo cual lo vuelve particularmente atractivo en mercados emergentes.

Se le conoce normalmente como ‘uva Italia’ y es muy apreciada como fruta de mesa por sus granos grandes, dorados y dulces y de marcado sabor y aroma. Se obtienen vinos muy aromáticos que recuerdan a flores y membrillos. En boca se siente una agradable acidez junto a las mismas sensaciones que se encuentran en su aroma. Por lo general, su color es de tonalidades amarillas.

Racimos pequeños y de madurez tardía que se forma a partir de una modificación del sarcillo de la parra. Su presencia al momento de la cosecha no es deseada, pues por su estado inmaduro lo hace ser muy ácido e inadecuado para la elaboración de vinos.

Están formados por la piel y las semillas del grano de uva después de ocurrida la fermentación. Contienen alcohol remanente que puede ser reutilizado a través de destilación para obtener ‘aguardiente’.

Vino blanco de color amarillo pálido que en algunos casos presenta ribetes verdes. Su aroma y sabor son frescos, y en su mayoría evocan a duraznos en conserva. En boca la acidez deja la sensación de un vino seco.

Corresponde al tipo de agricultura en la que no existe implementación de ningún sistema de riego por obra del hombre, utilizándose únicamente el agua proveniente de la lluvia o de las condiciones naturales de humedad de suelo.

Corresponde a una acumulación de agua de origen generalmente artificial. En la parte alta del Viñedo San Gerónimo se ubica un tranque de cinco hectáreas de extensión, siendo la hoya captadora de alrededor de 270 hectáreas. Se compone de agua proveniente de precipitaciones, que se acumula por escurrimiento y cumple la función de proveer de este recurso para el riego.

El viento puede ser beneficioso cuando se manifiesta como brisa, pues ayuda a mantener aireada la planta evitando la humedad que promueve la presencia de hongos, así como también remueve la capa de anhídrido carbónico desde las hojas generado por la fotosíntesis, lo que favorece el crecimiento y maduración. En casos extremos de vientos muy fuertes, puede producirse la quebradura de brotes y la deshidratación de racimos.